Depresión, estrés y ansiedad: Salud mental en tiempos de Pandemia

El 2020 es un año donde los términos “ansiedad”, “estrés”, “depresión” y “angustia” tomaron mayor relevancia entre la población por la llegada de la pandemia, el cual obligó a que todo se tuviera que adaptar a una nueva realidad

Verónica Troncoso
6 min readDec 1, 2020

“Quédate en casa” fue el lema que utilizó el Gobierno Nacional para decirle a millones de argentinos que no podrían salir libremente a las calles debido al Covid-19. Algo que comenzó como una cuarentena a corto plazo se extendió por más de 6 meses, pérdidas de puestos de trabajo, la soledad, el fallecimiento de los seres queridos junto con la incertidumbre del día a día; fueron el detonante que llevaron a la gran mayoría de sufrir ansiedad, depresión, consumo excedido de alcohol entre otras sintomatologías.

No solo se enfrentaban a un virus que no daba tregua sino a los problemas psicológicos que les traían aparejado el encierro y el aislamiento total.

El Aislamiento Obligatorio Preventivo afectó a toda la población de alguna u otra forma, significó múltiples cambios en la forma de relacionarnos. Cada sujeto cuenta con recursos para poder hacer frente a este cambio, es por eso que algunos experimentaron mayores dificultades al ajuste que otros.

Según la Psicóloga Paula Perticone MN59298, dentro del rango de 20 a 50 años se vieron distintas formas de afección y cambiantes a lo largo de los meses. Las primeras semanas se transitaron con mayor ansiedad, agravada sobre todo por la incertidumbre y tantos cambios en las novedades sobre el coronavirus. Cuando empezaron a darse cuenta de que toda esta situación iba para largo, empezaron a manifestarse distintas sintomatologías.

Mucha labilidad emocional, pasando de estados de mayor productividad, casi eufóricos, a momentos de tedio y sinsentido, tristeza y preocupación obsesiva.

El aislamiento social constituye un factor de estrés conocido ya que estudios anteriores encontraron niveles significativos de malestar, ira, desesperanza, depresión, miedo al contagio y ansiedad en personas en cuarentenas breves como el SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Grave) en 2003.

En cuanto a la franja etaria, según lo observado por la psicóloga, los más jóvenes se sintieron muy afectados con los cambios sociales, con encontrarse solos y trabajando desde casa, o forzando convivencias sea con parejas o familiares, lo cual requirió de una adaptación paulatina , mucha paciencia, controlar la ansiedad y el asqueamiento en el uso de la tecnología.

La franja etaria que le sigue, se vio afectado por la incertidumbre económica y el estrés de coordinar la vida familiar, la laboral y escolar dentro del hogar, en caso de tener niños.

Los pacientes depresivos son una de las poblaciones que se ha visto más afectada con la cuarentena y el aislamiento social, ya que la disminución de su actividad física ha generado una alteración del ritmo circadiano y la disminución de la adherencia al tratamiento. Por otro lado, las estadísticas muestran que las repercusiones psiquiátricas, específicamente de depresión, durante la crisis en los pacientes ingresados ​​con COVID-19 han sido del 33% y el 23% en los profesionales de la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado las enfermedades mentales entre las más incapacitantes del mundo occidental, las cuales tienen efectos superiores a las afecciones como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares juntas. Se estima que, en 2030, la depresión será la principal causa de discapacidad. Fuente Infobae 13-08-20

En el caso de las personas que viven solas, se vio el aumento de periodos de angustia, ansiedad, retraimiento y estrés laboral, no pudiendo cortar las jornadas de trabajo, ni siquiera los fines de semana. Cabe rescatar que las personas que no pudieron intoxicarse en demasía con las noticias, conservar algún espacio lúdico o de ocio, aunque sea dentro del hogar, que pudieron mantener algún tipo de rutina en las comidas y en el sueño, conservar los horarios de trabajo y no excederse, poder sostener los vínculos, aunque sea de forma virtual, e ir aceptando los vaivenes emocionales sin castigarse, sobre llevaron mejor la cuarentena y mejor aún la apertura de estas últimas semanas.

Basándonos principalmente en personas de edades que oscilan entre 30 y 50 años pudimos recabar diferentes testimonios sobre que presentaron durante el tiempo de aislamiento obligatorio.

Mariela Clazzer tiene 37 años es docente de una escuela primaria y vive junto a su padre, cuando fue consultada sobre cómo vive toda esta situación de manera personal y profesional dijo:

-En lo personal mucha angustia al no tener contacto directo con personas, tener que moverme con horarios para comprar, desde el principio desconfié de todo esto, pero me fui adaptando. Desde lo laboral fue adaptarse a todo un mundo nuevo, frio y distante. Pude haber realizado cursos, pero fue totalmente absorbente el trabajo diario, con todo esto llegó la contractura, el stress y cansancio visual.

Natalia Tassile tiene 39 años vive junto a su marido y sus dos hijas, ella de profesión peluquera y su pareja dedicada al trabajo de pinturería.

Manifestó:

-A mí en particular me agarró como palpitaciones, a Martín (su esposo) lo alteró por el tema del trabajo ya mi peque la más chiquita mucha tristeza por no poder juntarse con nadie. A Camila que es adolescente le agarró como una alergia por el estrés de la facultad, lo virtual no fue ni es como lo presencial. El encierro nos hizo compartir más tiempo juntos y eso fue bueno para darnos cuenta q tenemos q bajar un cambio y tomarse la vida de la mejor manera y con más tranquilidad. Dejamos de ver noticias, más yo porque no era bueno. Martín después hizo lo mismo y ahora ni miramos.

Carlos Esposito es enfermero en el Hospital de Villa Regina, hace poco perdió una compañera de trabajo muy querida que batallaba contra el Covid-19.

-El cansancio mental es lo peor, el físico descansas y se te pasa, el mental te acompaña todo el tiempo. El terminar mi guardia y llegar a casa, no poder ver a mis hijos, dormir en una habitación separada para no contagiarlos. Es muy triste uno se siente solo, angustiado porque la familia es mi contención después de largas horas y ahora represento una amenaza para ellos por mi trabajo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado las enfermedades mentales entre las más incapacitantes del mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado las enfermedades mentales entre las más incapacitantes del mundo occidental las cuales tienen efectos superiores a las afecciones como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares juntas.

Aldana Orizi tiene 41 años, oriunda de Córdoba vino a proyectar un nuevo destino a Rio Negro, de profesión Reflexóloga y otras terapias alternativas. En marzo iba a viajar a visitar a su madre que se encuentra en Córdoba, el aislamiento le truncó ​​sus planes. Durante todos estos meses sufrió ataques de pánico, ansiedad excesiva y miedo a morir. Ella está dentro del margen de los que se consideran pacientes de riesgo.

-No dormía, vivía angustiada con mucho miedo, ya cruzaba la paranoia.

En septiembre tuvo que superar ese temor, su madre estaba grave y debía viajar de urgencia. Cumpliendo todos los protocolos pudo llegar a su Córdoba natal y pasar 3 semanas junto a ella antes de su fallecimiento.

-El miedo sigue estando, ahora mi dolor está más en superar la pérdida de mi mamá, estaba mal lloraba constantemente y sentía que me faltaba el aire. No me hizo bien el encierro porque ya soy una persona muy depresiva así que toda esta situación solo acentuó más mi problema.

El encierro ha generado un estado de ansiedad generalizada por la incertidumbre que la pandemia despertó. La falta de certeza, la añoranza de volver a "la normalidad" (cuando habría que plantearse qué tan normal era la forma antigua de vincularse), la angustia por las muertes, la impotencia, la imprevisibilidad produce sensaciones de angustia que no son fáciles de transitar . La imposibilidad de contar con los vínculos familiares y sociales de la manera en que estábamos acostumbrados (que muchas veces funcionan como factores protectores para nuestra psiquis) dificultan recuperarnos de estas sensaciones, que se traducen en múltiples síntomas a nivel fisiológico (falta de sueño, de apetito, irritabilidad, dolor en el pecho, taquicardia, llanto, apatía, desgano, entre otros).

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Verónica Troncoso
Verónica Troncoso

Written by Verónica Troncoso

Estudiante de Comunicación Social

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