Y un día, las miradas se cargaron de palabras
En Argentina, rige desde el 20 de Marzo, el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, decretado por el presidente Alberto Fernández, para hacer frente al Covid-19, que viene dejando centenares de muertos en Europa y otras partes del mundo

También puede besar con la mirada”
-Gustavo Adolfo Bécquer-
Usá alcohol en gel. Lavate las manos con jabón. Usá barbijo. Limpiale las patas al gato si sale afuera. Cuidate. No salgas de tu casa. Son algunos de los tantos protocolos que debemos cumplir para que el virus no se propague. Los primeros días que te encontrabas en la puerta de la casa, mentalmente repasabas cada detalle.
El reloj suena, lo apago y sigo durmiendo. Mis ganas y mi entusiasmo no es el mismo que hace meses atrás. Me miro al espejo y digo:
-está cuarentena me esta matando.
Subí de peso, me veo demacrada, me quedé sin trabajo. Son algunos de los condimentos que hacen mis días un poco más difíciles. Miro las noticias cada vez menos, un sistema de salud colapsado, trabajadores de la salud cansados; otros que es una falsa pandemia, que nos van a colocar un chip, que este virus salió de un laboratorio.
-¡Por Dios no doy más!
Pero, como una PC, toco el botón de reiniciar y comienzo otra vez.
Es vivir un día a la vez de manera incierta. Calles desoladas, plazas desiertas y locales cerrados son las fotos recurrentes que veo cada vez que salgo a comprar.
Mi cocina se convirtió en el escenario de los improvisados menús, que después comencé a vender para subsistir, acostumbrándome a esta nueva forma de vivir.
Solo nos queda esperar.
-¿esperar hasta cuándo?
Que aislamiento social preventivo, que distanciamiento social preventivo, mi cabeza es un lío. Crisis existenciales, que me pongo hacer meditación, clases on line, redes sociales, programas como zoom, meeting, WhatsApp, video llamadas, teléfonos y televisores que colapsan por momentos.
Recuerdo que muchas veces me decían:
— ¡Mirame a los ojos cuando te hablo!
Y ahora entiendo.
Aprendimos a mirarnos a los ojos, porque con ellos pudimos sentir la tristeza o la alegría del otro. La sonrisa escondida detrás de un barbijo.
Nuestros ojos nos delatan ante los demás y dicen más de nosotros mismos que cualquiera de nuestras palabras.
Mi padre siempre me dice:
- la mejor forma de empezar a conocer a una persona es mirándola a los ojos, entre otros consejos que suele darme.
Ahora solo nos queda aguardar la vacuna milagrosa, solo nos queda aprender a convivir con este virus, rogando que pronto todo se termine, que pronto podamos volver a abrazar a nuestros seres queridos.
Mientras tanto me preparo un café, hoy no reinicio la Pc, hoy estoy más tranquila, agradecida por otro día más de vida.